La importancia del mantenimiento (II): A largo plazo, un largo camino.
Tras el primer capítulo que publicamos no hace mucho, dedicamos un segundo capítulo al mantenimiento debido a su importancia. Una vez conseguido el objetivo que buscábamos, si no somos capaces de mantenerlo, habremos fracasado de nuevo. Y en cierto modo dará igual que recuperemos el peso a los seis meses que a los seis años; tendremos que volver a empezar de nuevo igualmente con el agravante de que cada vez nos costará más perder el peso según vayamos cumpliendo años. La «pérdida de peso” dura un tiempo limitado en la vida, mientras que el mantenimiento supone el resto de nuestra vida. Es un largo camino que deberemos aprender a recorrer. De ahí que sea tan importante aprender a realizarlo, y precisamente es ahí donde fallan las “dietas milagro”. Estas ofrecen un resultado muy rápido, pero pocas armas para conseguir mantener los resultados, lo cual es sinónimo de fracaso.
Ser conscientes de la obesidad/sobrepeso
Antes que nada, hay que tener bien claro qué es “la obesidad”. La obesidad es la tendencia que tiene nuestro organismo a acumular más grasa de la debida. Existen numerosas teorías sobre porqué se produce, pero pocos fármacos claramente efectivos y ninguno destinado a cambiar dicha tendencia. Por ello, el paciente debe ser muy consciente de que tiene esa tendencia, y nunca “bajar la guardia”. El motivo es que, en una temporada sin cuidarse, donde otra persona aumentaría como mucho 1-2 Kg, este paciente puede aumentar rápidamente 10-15 Kg si no más. Lo que sí que hay que saber es que hay numerosos estudios que señalan que lo mejor para prevenir esa tendencia a engordar es el ejercicio físico. De ahí que insistamos tanto y lo aconsejemos como un pilar imprescindible para conseguir ese mantenimiento.
Y cómo conseguimos mantenernos
El éxito en el mantenimiento lo conseguiremos en gran parte si conseguimos hacer de una dieta equilibrada nuestro modo habitual de vida. Ello implica no realizar estrictas restricciones (eliminando hidratos de carbono, eliminando frutas o combinando los alimentos de forma complicada…). De esa forma poco tiempo podremos aguantar. Aunque veamos más resultado, nos acabaremos aburriendo o cansando y lo abandonaremos. Además de que con toda seguridad, no tendremos una pérdida saludable de peso y el resultado no será tan bueno como creemos.
Si, en cambio, la dieta para perder grasa la llevamos a gusto, será más fácil que acabe siendo nuestra forma habitual de comer, lo cual nos va a permitir conseguir el deseado mantenimiento. Si aprovechamos además la dieta para corregir malos hábitos y conseguimos reducir el tamaño del estómago, nos mantendremos más fácilmente.
Y como es normal, tendremos vida social que nos lleve a saltarnos la dieta. En estos casos nuevamente insistimos en la importancia de la actividad física. Si nos cuidamos entre semana y nos salimos el fin de semana, pero hacemos ejercicio, lo normal será conseguir el mantenimiento. Si no hacemos ejercicio, lo tendremos mucho más difícil y con probabilidad acabemos perdiendo músculo y recuperando grasa.
En conclusión, hay que tener muy claro que debemos hacer un cambio que dure toda la vida. Si las dietas milagro o de resultados rápidos han fracasado, no vuelvas a intentar una nueva dieta milagro. O como dijo Einstein: «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo».